Lluvia y Masapan [Privado]

La temperatura había descendido drásticamente. La muchacha, había quedado dormida en el banquito de la plaza y apenas se había dado cuenta de que estaba sola cuando el frío de la lluvia la despertó ¡oh, eso no iba a ser todo! No, no, no. Había mucho más. Estaba completamente empapada y… ¡Masapan no estaba con ella!

—¡Oh, mi pobre, pobre Masapan!— decía ella preocupada y con cierto tono dramático en la voz. Saki reaccionaba de forma exagerada la mayoría del tiempo y eso se notaba en ocasiones como ésta en las que se preocupaba o se sentía invadida de aquellas emociones tan extrañas que embriagaban su cuerpo. El mundo se teñía de colores gracias al sonido de la lluvia y su sinestesia. Su cerebro producía aquellas luces cuando un sonido sucedía en el mundo, más, para Saki, siempre había sido bello todo ello, nunca había pensado que fuera parte de un mal que ella padecía, pero nadie lo sabía ni tampoco, nadie se lo había explicado, así que era tan normal para ella como respirar —¡Masapan! ¿Qué será de ti con el ala rota y la soledad viniendo por ti? ¿Qué será de Saki sin ti? Saki te quiere. Saki te espera— decía ella caminando entre las pocas personas que iban por la calle, por supuesto, cubiertas con paraguas, sobretodo y demás cosas para no mojarse, nada similar a la jovencita que corría de un lado a otro sin saber absolutamente nada de nada.

Corría de un lado a otro. Sus ojos estaban llorosos por la pérdida de su pequeño amiguito. No quería perderlo. Era su amigo. No podía perderlo. Era su amigo. Saki estaba triste y desesperada. Corría de un lado a otro. Llegó a recorrer la misma cuadra varias veces con la esperanza de que su pequeño y emplumado amigo estuviera por la zona, pero nada. Hasta ahora, nada.

—¿Ha visto a Masapan? Onee-san ¿Vio a Masapan?— preguntaba a las mujeres que pasaban por cerca de ella, pero simplemente, la miraban y seguían de largo —Onii-san ¿Vio a Masapan?— nada salía ni de un lado ni del otro. Volvía a correr de aquí para allá intentando hallarlo. Pero las lágrimas de dios seguían cayendo sin parar. La joven se sentía mal por haber quedado dormida y descuidar a la pobre ave así sin más.

Su querido Masapan ¿Qué iba a ser de él sin ella? O peor ¿Qué iba a ser de ella sin él? Ya ni el frío sentía. Ya ni le prestaba atención a los colores. Ya sólo buscaba a su compañero. Hasta había perdido el interés en las cosas brillantes. Su mente cavilaba y buscaba la solución apropiada pero… nada llegaba.

—Onii-san ¿vio a Masapan?— se animó a correr un poco y preguntarle a un muchacho que pasaba por allí. Quizás, pudiera ayudarla a saber de su amiguito al fin.